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En el día en el que se celebra el amor, te contamos la historia de Tatan y Cande, una inspiradora pareja de viajeros cordobeses que llevan juntos doce años, miles de kilómetros recorridos, la crianza de Río –su primera hija- y el sueño de haber levantado su hogar sustentable con sus propias manos. Más amor que eso… no hay.

“Plantar muchos árboles. Escribir un blog. Tener a Río. Construir nuestra Casa Casera. Viajar en bici desde Alaska. Tener amig@s en todo el mundo.” Este es el manifiesto y la propuesta que es lo primero que uno lee en la bio de Instagram de @ratatrip, pero detrás de estas palabras e intenciones hay muchísimo más que eso: hay una historia de amor y muchísimos viajes, claro que sí. Pero también hay una profunda experiencia de creación, resiliencia y creatividad. Y todo eso atravesado por las ganas de hacer del planeta un lugar mejor. Porque desde que se conocieron –hace más de doce años – a Tatan y a Cande siempre les preocupó habitar el mundo de una manera despierta y consciente. Estando cada vez más conectados con la naturaleza. Descubriendo sus maravillas. En definitiva, siendo felices haciendo lo que les gusta. Soñaron una mega aventura: recorrer únicamente en bici los 12.895 km que separan a Alaska de Córdoba. Y lo lograron. Y ya de nuevo en Alta Gracia, la ciudad en la que hoy viven, decidieron ir por más. ¿Cuál fue el nuevo desafío? Construir su propia casa con materiales reciclados. Cabe aclarar algunas cosas: ni Cande ni Tatan sabían nada de planos, de materiales, arquitectura o construcción. Ella es profesora de matemáticas y él está cerca de recibirse de abogado. ¿Importa? No, claro que no. Porque les sobraban creatividad, ganas de aprender y de lanzarse a la conquista de ese proceso. Y cuando tenés esa base, nada puede salir mal.

“Tuvimos que aprender todo de cero”

El proyecto tomó el nombre de Casa Casera (incluso podés seguir todo el proceso de construcción en @casacasera). “La empezamos a imaginar a partir de conocer gente que había construido su propia casa. Y eso te pone en una relación muy especial con la creación, es muy distinto a habitar algo hecho por otros. Tuvimos que aprender todo de cero, porque ninguno de los dos es constructor ni había estudiado nada relacionado a eso. Pero el proceso fue increíble: de aprender, de relacionarnos con los materiales, incluso entre nosotros mismos y con los demás” – cuenta Tatan. La hicieron al 100% con sus propias manos y usando un 90% de materiales reciclados (entre ellos más de 100 pallets, aberturas de demoliciones, vidrios, sanitarios, azulejos ¡y hasta las clavos!). Pero ellos dicen que desde el mismísimo día en el que pusieron el primer pilote de la casa ya se sentían enamorados. “¡Poníamos un clavo y lo mirábamos veces, como embelesados!” Lo más difícil del proceso no tuvo que ver tan solo con poner el cuerpo o con las horas y horas de trabajo físico, que resultaban agotadoras. Sino que el mayor desafío fue ir en contra de la corriente, en creérselas ellos mismos en que iban a poder lograrlo. “Había gente que nos decía que era imposible, que era una locura. Que no teníamos conocimientos ni títulos técnicos, que nos iba a pasar esto y lo otro. Pero nosotros siempre creímos en nuestro propio poder. También es una cuestión histórica; en la antigüedad todo el mundo se hacía su propia casa. Como podía.” Y ellos pudieron: tardaron un año y medio en levantarla –desde marzo de 2015 hasta julio de 2016-, con un costo aproximado de diez mil dólares. Y así, la Casa Casera se convirtió en una gran fuente de ahorros para seguir viajando juntos por el mundo.

“Fue un momento fuerte de reseteo”

Pero ahora imaginate esta escena: la mañana del 6 de junio de 2021, Cande se despierta como cualquiera de sus mañanas y ve que algo no está bien en la galería de su casa. Hay fuego. Hay olor a quemado. Hay calor y llamas que amenazan con envolverlo todo. Todavía ni siquiera Tatan y Cande saben bien cómo empezó el incendio; pudo haber sido una chispa o una cuestión eléctrica que falló. Pero en ese momento tampoco importaba. Lo importante era salir de ahí; tomaron a su beba Río –de apenas unos meses- y ya a salvo, vieron arder la Casa Casera. En tan solo 20 minutos se quemó todo. “Fue una experiencia muy traumática para ambos. Porque vos ves que todo lo que hiciste y lograste durante tanto tiempo, en 20 minutos ya no existía más. Fue muy duro, yo me quemé bastante también y estuve unos quince días sin poder alzar a mi bebé. Fue un momento fuerte de reseteo. Pero lo importante es que estábamos vivos. Había que volver a empezar” – cuenta Tatan. Al día siguiente, podrían haberse quedarse llorando y revolviendo cenizas, pero los Ratatrip activaron para otro lado, enseguida. “¿Y ahora qué hacemos? ¿Nos vamos a vivir a otro lugar?” – se preguntaban. Pero no estaban solos para empezar a reconstruirse, sino que contaron con la ayuda desinteresada de toda su comunidad: al ver lo que les había pasado, muchos quisieron dar una mano y juntaron ¡dos millones de pesos en 24 horas! Tatan todavía lo cuenta y se emociona: “fue algo increíble, tuvimos que cerrar la cuenta bancaria para que no siguieran depositando dinero. Así que quedamos muy agradecidos e impresionados, porque enseguida sentimos la energía de la gente y eso nos ayudó a reactivar”.

Renacer desde las cenizas

No es casual que, después del incendio, el nuevo proyecto de los Ratatrip se llame Casa Fénix; hay algo de la resiliencia y de la fuerza necesarias para volver a nacer que nos hace acordar a esa ave de la mitología griega que –luego de morir encendida por las llamas- resurge y se convierte en símbolo de la renovación. Hoy Tatan, Cande y Río ya están terminando de armar los planos de lo que será ese nuevo hogar que empezará a rearmarse pronto: “también va a ser con materiales reciclados; en este caso son hierros que yo ya tenía comprados previamente”. Pero atenti, que ese no es el único proyecto; también están a pleno con el reacondicionamiento del #BusCasero, la transformación de un micro escolar que habían comprado un mes antes del incendio, para remodelar de manera sustentable y ponerlo a rodar como el “Ratamóvil” de las nuevas aventuras familiares. “La idea es convertirlo en un motorhome para que tenga el menor impacto ambiental posible. Investigué que existe algo que se les pone a los motores diésel, que permite que luego puedas usarlos con aceite vegetal recuperado (¡sí, ese que tiramos después de hacer papas fritas!) así que estoy detrás de eso ahora para conseguirlo.”

“Elegimos esta vida, todos los días”

¿Qué caminos nuevos recorrerán? ¿Qué nuevas travesías los esperan? Ni Tatan ni Cande lo saben bien. “Nuestro plan es que no hay plan, lo importante es pasarla bien. Lo más reconfortante es saber que estamos haciendo lo que queremos. Que no estamos siguiendo ningún mandato de nadie. Estamos eligiendo esta vida, todos los días – cuentan. Por eso tampoco hay rutinas fijas ni estructuras que los aten en el día a día. Creatividad y proyectos les sobran; algunos días construyen, otros le ponen pilas al jardín, o simplemente escriben o leen algo mientras Río juega junto a ellos. Ese es otro de los grandes placeres de sus días, el de criar a su hija en un ambiente natural, donde quizás la mayor diversión pasa por descubrir la forma de la hoja de un árbol o por seguir el andar de un bichito y maravillarse ante eso, esas cosas que con la vida adulta vamos perdiendo de a poco. “Con la llegada de Río a nuestras vidas, volvimos a ser un poco niños. Nuestro desafío como papás es que ella no pierda esa capacidad de sorpresa y asombro. Que podamos enseñarle a ser curiosa y cuidadosa con respecto a la naturaleza. Que sepa que todos somos parte de eso.”

3 claves para soñar con la autoconstrucción

  1. Volverte curioso, investigar y aprender. “Simplemente con googlear “autoconstrucción”, vas a poder investigar los métodos bioconstructivos (hay varios) y ver con qué te sentís inspirado e interpelado. Otra cosa que sirve es pensar “¿qué tipo de casa quiero habitar?” Dibujala, imaginala, todo es posible. Para aprender, está lleno de comunidades, de cursos (gratuitos y pagos); por ejemplo, hay lugares como la Fundación Techo (@techo_argentina), que arman casas, entonces uno puede hacer una experiencia para aprender y ver cómo es. Es cuestión de meter mano. Y animarse”.
  2. Darle mucha bola a las 3R: reducir, reusar y reciclar. “El metro de construcción más sustentable es el que no se construye, o sea que está bueno minimizar el espacio en el que quieras vivir. Reusar necesita paciencia sí o sí, porque si vos querés todo ya, deja de ser sustentable porque vas y lo comprás nuevo. Nosotros tratamos de darle tiempo a las cosas y a los procesos. Y de encontrar soluciones creativas”.
  3. Ser fuerte mentalmente: “esto quizás es lo más importante. Hay que ponerse fuerte contra los obstáculos, contra los que van a decirte que no se puede, que es una locura. Si vos te la creés, nada te va a parar.”