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A los 11 años, Belu Barragué creó -casi jugando- su primera página web y ahí se encendió algo en ella. A los 20, soñó con hacer un viaje, pero sus ahorros no le alcanzaban para cubrirlo. Así que, para poder pagarlo, se le ocurrió emprender en moda, otro tema que la apasiona. Su proyecto de zapatos Sofía de Grecia fue un éxito comercial que le trajo grandes aprendizajes, desafíos y crecimientos. Y con la pandemia, tomó la oportunidad de reinventarse a sí misma y abrirse a la aventura de ser una nómade digital.

El primer sueño: un viaje (casi) imposible de pagar

Era el año 2008; Facebook y las redes sociales recién estaban arrancando y en el living de su casa, Belu soñaba con viajar. Como casi todos. Quería explorar el mundo, moverse, su motor era la curiosidad. Le sobraban ganas pero le faltaba dinero. ¿Acaso ese “pequeño detalle” iba a detenerla? Entonces pensó en hacer algo junto a su amiga Inés: con los trescientos pesos (¡sí, trescientos pesos!) que tenía de capital inicial, la idea fue hacer ferias de ropa en su casa. A la primera, fueron solo 7 personas. Pero Belu no se desmotivó; para ella, el 7 siempre fue un número mágico, su propio número de la suerte. “Empecé a vender por redes sociales, creo que ese fue el factor diferencial en ese momento, porque recién arrancaba Facebook. Lo usaba para poder encontrar a un público objetivo. Yo buscaba los colegios secundarios y las universidades y ahí iba promocionando las ferias que hacíamos” –cuenta orgullosa.

De las siete personas iniciales, las ferias empezaron a volverse un hit. A tal punto, que se armaban largas colas en la puerta de la casa de los Barragué con chicas que querían probarse los zapatos y la ropa que ella elegía. En ese momento, Belu empezó a creer en que su propio sueño podía escalar y volverse algo mucho más grande de lo que había proyectado. Y tan solo un año después, Sofía de Grecia inauguraba su primer local a la calle. Las ventas explotaron, los seguidores en las redes también. Y Belu, con tan solo 20 años y estudiando la Licenciatura en Administración de Empresas, tenía la responsabilidad de llevar adelante el negocio.

La flexibilidad al cambio: lo que trajo la pandemia

Pasaron casi 14 años desde ese arranque. Durante ese tiempo, Belu y su marca se expandieron, Sofía abrió locales y puntos de venta en el interior del país e incluso llegó a cruzar las fronteras y abrir un local en Chile. “Creo que lo más importante que aprendí en todo ese tiempo fue la necesidad de crear estructuras flexibles, porque especialmente en Argentina cambian las reglas de juego todo el tiempo y entonces si uno no es flexible, puede no tener esa lucidez para pivotear rápidamente” – confiesa Belu, que finalmente también fortaleció su resiliencia cuando la pandemia la obligó a cerrar locales, cambiar estrategias de venta o aprender a reinventarse a sí misma. “Ya estaba con ganas de nuevas aventuras, hacía casi 14 años que estaba haciendo lo mismo y necesitaba cambiar. Sentía que con Sofía se estaba cerrando un ciclo, que ya había aportado todo mi valor, que quería explorar cómo era emprender en el área de servicios con un producto que me diera flexibilidad para viajar, que es otra de mis pasiones”. Pero también eran muchas las dudas, los miedos y los fantasmas: ¿cómo hacer para vender una marca de moda en plena pandemia? ¿Cómo tirarse a la pileta en un contexto de crisis? Pero un día, a Belu se le prendió la lamparita antes de irse a dormir y ahí apareció una nueva idea: ella podría alquilar la marca, hacer un contrato de licencia con el fabricante, manteniendo a parte del equipo original. Y ella podría quedarse cerca para seguir custodiando que se mantenga su mística, sus valores, y que toda la gente que trabaja ahí esté contenta. “Fue un cierre súper sano para mí. Porque emprender no siempre es hacer lo que vos querés, tenés muchas responsabilidades, tenés que pensar en un equipo” – agrega Belu, que hoy trabaja también como consultora externa de la marca y le aporta su experiencia en marketing digital, el área en la que hoy se especializa.

El segundo sueño: ser una nómade digital

Ya dijimos que la de Belu Barragué es una historia de sueños. Y de cómo ir cumpliéndolos de a poco. Este segundo sueño quizás arrancó también en la infancia, cuando desarrolló su primera página web, como si fuera un juego de niña. Una chispa de pasión se encendió ahí. Y hace cinco años, recibió un llamado, una oportunidad para hacer algo con ese talento. “En las redes, mis seguidores siempre me decían que yo debería estar dando cursos, contagiando a otros la pasión emprendedora, pero estaba tan tapada de trabajo que tampoco disponía del tiempo y la energía para desarrollarlo. Hasta que me llamaron de Coderhouse para empezar a dar talleres de marca personal. Fue tan linda la experiencia y el feedback del proceso que ahí me di cuenta de que tenía una pasión que recién estaba descubriendo”- cuenta Belu, que –como una premonición más- lanzó un curso online de Instagram justo antes de que empezara la pandemia. Es fácil adivinar lo que pasó. ¡Las ventas explotaron! Todos estaban en sus casas intentando aprender algo nuevo y sabiendo que Instagram era el lugar en el que había que saber posicionarse. Belu empezó a vender cursos en todo el mundo sobre lo que más sabe: estrategias de marketing digital para vender más y mejor.

Como todo cambio en la vida, siempre hay luces y sombras. Siempre hay ventajas y beneficios, pero también pueden aparecer nuevos costos que no habías presupuestado. Pero para Belu, el balance es más que positivo: “Ser emprendedora digital me trajo mucha flexibilidad para hacer lo que quiero, cuando quiero, a la hora y en el lugar que quiero. Me fui 5 meses a estudiar a Barcelona y desde ahí seguí trabajando. Descubrí que uno puede escalar su negocio teniendo mucho más alcance. Me hace sentir más liviana. Después de haber andado cargando miles de cajas y cajas de zapatos de acá para allá, ahora sé que emprender en digital es estar liviano de equipaje”– confiesa como uno de los grandes insights de su nueva etapa. Pasó de trabajar más de 12 horas al día a valorar más sus propios tiempos y a dedicarse más a sí misma. Hoy se da el lujo de conectarse y trabajar desde algún cafecito de especialidad –¡de los que se declara fan!- y cortar la rutina laboral a las cinco de la tarde para salir a correr, patinar o encontrarse con amigas. Pero algo permanece intacto en ella: su propósito de soñar y de ayudar a potenciar a otros emprendedores-soñadores con toda su experiencia. “Me considero una soñadora porque toda la vida soñé. Soñé con una marca de moda y la fundé. Soñé con ser una nómade digital y también hoy es mi realidad. Así que soy una convencida de que todo es posible de lograr”.

¿Querés aprender con ella?

Ping Pong Dreamers

Un lugar en el mundo: Playa Isla Roja (España).

Una causa por la que creas que vale la pena luchar: la igualdad de género.

Una frase de cabecera que te inspire: “El movimiento genera movimiento”.

Un momento del día para crear: la mañana.

El mundo sería un mejor lugar si… no existiera la guerra.

Un objeto que habla de vos: una cámara de fotos.

Un sueño que todavía no cumpliste: ser mamá.

Un libro que te haya cambiado la vida: “El camino del artista” de Julia Cameron.

Una canción que te haga soñar: “Caribbean blue” de Enya.

Algo que hacés para sentirte bien: correr.

Una obsesión: el chocolate.