A nosotros nos encanta vivir en pants. Y con Franchu Bavio (@franchubavio) compartimos esa pasión por hacer de la ropa un reflejo de quiénes somos y de cómo nos sentimos. Conocé a esta influencer que cambió la abogacía por una vida nómade y cómo nos contagia su alegría, su estilo y su liviandad para explorar el mundo.
FRANCISCA
FRANCHU
PANCHA
FRAN
A Franchu Bavio le encanta tener muchos apodos: “que me llamen como más les guste”, dice. Asegura que es una fiel amante del mundo y que vive todos los días con mucha alegría. Tiene mucho humor, es curiosa y le gusta tanto aprender y escuchar a las personas que encontró su camino en la generación de contenido en su cuenta de Instagram (@franchubavio). Espiando su universo vas a poder viajar con ella por miles de rincones y también resonar con cómo le gusta vivir su vida: libre, en una playa y con un look que hable de ella misma. Además, hace poco también decidió emprender y crear una marca de ropa, junto a su novio y una amiga, y el match de pasiones le permite trabajar todos los días con una sonrisa.
CHAU DERECHO, HOLA REDES
Francisca tenía un hobby. Mientras cursaba abogacía y, a la vez trabajaba en un estudio jurídico, subía contenido a su cuenta de Instagram solo por gusto. En 2017 empezó a hacerlo más seguido y más a conciencia. Compartía fotos lindas, principalmente de sus vacaciones: “Siempre estaba con una cámara en la mano. Del grupo de mis amigas, era la primera en pedir que me hicieran un book de fotos, quizás era más de egocéntrica”… – cuenta mientras se ríe. Un año después, en 2018, a la vuelta de unas vacaciones, Franchu percibió que sus seguidores habían crecido exponencialmente. ¿Qué podía compartir de su mundo que fuera inspirador y de valor para los demás? “Ahí me di cuenta de que podía hacer algo con eso. Como me preguntaban mucho por la ropa que usaba, decidí empezar a subir fotos mostrando cómo me vestía para ir a trabajar y un día a las 7.30 de la mañana le dije a mi hermana en plena avenida 9 de julio ‘¿me sacás una foto vestida?’ y así arrancó. Empecé, de a poco, a crear una comunidad bastante orgánica porque estaba ofreciendo respuestas a ciertas inquietudes que tenía la gente. Me divertía mucho hacerlo”.
“Mi comunicación está muy relacionada con los viajes y con la moda. Trato de meter un balance entre los dos mundos y creo que me va bastante bien en ese sentido. Estoy contenta con el resultado y con mi desarrollo personal. Comunico lo que me pasa, lo que vivo”
“Hay una fuerte dualidad en mí, que abrazo todos los días”
De repente, el hobby de buscar nuevos looks y sacarse fotos se había convertido en un trabajo y Franchu debía tomar una decisión. A pesar de algunas dudas, decidió embarcarse en la aventura y disfrutar de hacer lo que realmente le gustaba. “Dedicarme a las redes no fue ningún pesar, lo hice muy segura. Me recibí, pero durante el último año de la carrera dejé de trabajar en el estudio jurídico. Por supuesto que al renunciar me agarró el miedo que debe tener cualquier emprendedor al comienzo, porque ya nadie me aseguraba que iba a tener trabajo todos los meses. Pero en el momento que decidí cerrar esa puerta se me abrieron otras cien, fue algo increíble”, relata.
Con el puntapié de las primeras fotos de looks a la mañana y su gusto por las relaciones sociales comenzó a darle forma a su cuenta y encontró su espacio: “Mi comunicación está muy relacionada con los viajes y con la moda. Hay una fuerte dualidad en mí que abrazo todos los días: por un lado, tengo en mi cabeza un mundo fashionista y, por otro lado, quiero irme a vivir a la naturaleza y andar en patas. Trato de meter un balance entre los dos mundos y creo que me va bastante bien en ese sentido. Estoy contenta con el resultado y con mi desarrollo personal. Comunico lo que me pasa, lo que vivo”, explica.
“Viajar a mí me abre la cabeza, me hace descubrir diferentes ventanitas. Cada vez que termino un viaje, vuelvo con un chip diferente adentro de mí. Me gusta viajar, aprender, conocer nuevas culturas y entender que mi realidad no es la única”
Viajar, como alimento de consciencia
Al ver lo que comparte en redes, no es muy difícil de adivinar: Franchu es una apasionada de los viajes: “Viajar a mí me abre la cabeza, me hace descubrir diferentes ventanitas. Cada vez que termino un viaje, vuelvo con un chip diferente adentro de mí. Me gusta viajar, aprender, conocer nuevas culturas y entender que mi realidad no es la única”, cuenta. Y asegura que, justamente, fue en un viaje cuando experimentó un momento clave, esos instantes bisagra que te hacen cambiar la mirada. Estuvo tres meses en el sudeste asiático y ese lugar le mostró un indicio de cómo quería seguir viviendo. Aprendió mucho sobre el amor, el servicio, el valorarse a uno mismo… La cultura oriental, tan diferente a la nuestra, la hizo bajar algunos cambios y poner los pies más sobre la tierra.
Cuando volvió a Argentina, con todo este abanico de información nueva, la pandemia la golpeó y la obligó a hacer un click: cambió su estilo de vida y atravesó, según ella, su mayor crecimiento. Decidió que quería empezar a comunicar y expresarse con más conciencia, por eso hoy en día busca trabajar con marcas que tengan un camino hacia lo sostenible. “Con la moda busco hacer sentir cómoda a la gente, la ropa es una manera de expresarte. Lo que te pongas va a reflejar tu personalidad, tu estado de ánimo… es tu carta de presentación frente al mundo, la primera impresión que se ve de vos. Tu look habla de vos, es importante que te haga sentir cómoda y segura”.
“A cualquier emprendedor le diría que le ponga pilas y que siempre sueñe en alto, todo depende 100% de vos. Si te focalizás y le ponés energía, amor y atención, va a salir. Es cuestión de actitud y de ganas, yo lo que me propongo, sé que lo voy a cumplir. Me tengo mucha fe y mucha confianza en lo que hago”.
Emprender, su último desafío
El espacio y la comunidad que supo crear en las redes la llevaron a unir sus pasiones: la moda y la comunicación. Y por eso le dio vida a Munay (@ateliermunay), su emprendimiento de ropa, que ya tiene 8 meses. Lo iniciaron con Juan, su novio, y con Cami, una de sus amigas. “Con Cami siempre tuvimos el sueño de armar una marca en conjunto, nos conocemos desde que tenemos 10 años, y Juan llegó para concretar ese proyecto. El año pasado queríamos irnos a vivir a Costa Rica y, planeando esa idea, pensamos que teníamos que hacer algo que nos podamos llevar a todas partes y que nos acompañe. Somos medio nómades, cuatro o cinco meses al año no vivimos en Argentina, nos la pasamos viajando y haciendo contenido. Por eso surgió la idea de hacer una marca de bikinis, ya que nosotros viajamos a destinos que son de playa. La esencia de la marca es, literal, nuestra esencia”.
Llevar adelante un emprendimiento le enseñó que nadie tiene un techo marcado, que la barrera la pone cada uno. ¿Un consejo? “A cualquier emprendedor le diría que le ponga pilas y que siempre sueñe en alto, todo depende 100% de vos. Si te focalizás y le ponés energía, amor y atención, va a salir. Es cuestión de actitud y de ganas, yo lo que me propongo, sé que lo voy a cumplir. Me tengo mucha fe y mucha confianza en lo que hago”.
Ping Pong Life
Un lugar en el mundo: Costa Rica.
Una causa por la que creas que vale la pena luchar: el amor propio.
Una prenda que habla de vos: una bikini.
Una frase de cabecera que te inspire: “Para qué llorar si puedo reír”.
Un momento del día para crear: la primera hora del día, cuando soy la única despierta.
El mundo sería un mejor lugar si… dejáramos de juzgar.
Un objeto que habla de vos: no soy muy apegada a los objetos. Voy muy suelta de equipaje por más que viaje con cuatro valijas.
Un sueño que todavía no cumpliste: conocer la India y Japón.
Un libro que te haya cambiado la vida: El poder del ahora, de Eckhart Tolle. Fue el principio de mi desarrollo personal.
Lo que jamás te falta en tu equipaje: un libro.
Una canción que te haga soñar: Todo se transforma, de Jorge Drexler.
Algo que hacés para sentirte bien: Escribir a la mañana.
Una obsesión: No me obsesiono mucho.